El 17 de febrero las misioneras madrugamos un poco porque teníamos una gran misión por delante. Nos reunimos todas en el colegio y nos dividimos en 4 grupos. Empezamos el día de la mejor manera posible, con el envío misionero. De rodillas ante Dios y la Virgen, le pedimos a Dios llenarnos de Él para poder llevarle a los demás y ser sus manos visibles en la tierra.
Ahora sí, muy contentas nos montamos en el autobús rumbo a Segovia. Ahí nos dividimos, algunas fuimos a un centro de discapacitados y otras a una residencia de ancianos. La actividad que hicimos con los residentes consistía en un camino en el que cada piedra era un día de la Cuaresma donde apuntamos un propósito para ofrecer cada uno de estos 40 días. Las pegamos todas en una cartulina e hicimos un mural. Además, ayudamos a dar de comer a los discapacitados. Aquí vimos cómo cada una se entrega con todo su amor y aprendimos mucho unas de otras.
A la hora de comer nos juntamos todas en el centro de discapacitados “El Sotillo”. Compartimos las experiencias de la mañana y disfrutamos de estar todas juntas. Justo después de comer tuvimos la reunión por grupos. Hablamos de amar sin condiciones y tuvimos la oportunidad de conocer más a fondo la oración misionera.
Por la tarde, todas juntas con los discapacitados hicimos un concurso de baile por equipos. Cada una sacó su lado más fiestero e incluso se convirtió en un concurso de canto. Disfrutamos muchísimo. Para acabar la tarde, tuvimos misa en el mismo centro. Esta misa fue muy especial ya que también estuvieron los discapacitados. Muchas veces nos han dicho que los di
scapacitados son los favoritos del Señor y ahí, verdaderamente nos dimos cuenta de ello. La cara de felicidad que puso Pili cuando le dijimos que había misa e iba a recibir a Jesús es algo que no se nos va a olvidar nunca.
Después de un gran día, volvimos al colegio con las pilas bien cargadas. Esta misión ha sido muy especial. ¡Ya queremos que llegue la siguiente misión!
EN TODO AMAR Y SERVIR