Llegué a casa agotada después de un durísimo día de misión pero, como me dijeron una vez, si al final del día estás cansado significa que lo has aprovechado. Y qué mejor forma de entregarse y llevar a Jesús por María que en esta época del año, Navidad. Una época de alegría, de cariño y de amor que recibir y, sobre todo, que TRANSMITIR.
Llegamos al cole a las ocho y conseguimos salir un poco puntuales 9:15 camino a Ávila. Como en cada viaje a la misión, rezamos en el bus para que todo fuera estupendo y, ¡parece que Dios nos escuchó perfectamente!, por que el día fue maravilloso.
Nos dividimos en dos grupos. Uno de ellos por la mañana iba a la casa de discapacitadas y por la tarde al pueblo con los niños. El otro grupo hizo al contrario, de tal forma que todas acabáramos haciendo todas las actividades.
El grupo que empezó el día visitando a las discapacitadas, se unió a la Misa de la casa. Una vez terminada la misa, comenzamos a cantar y bailar con las señoras que se alegraban tantísimo de volver a ver a algunas y de ver por primera vez a otras!! Rememoramos el espíritu navideño con los mejores villancicos al son de la guitarra tocada por Pilar, una de las discapacitadas. Después realizamos el Belén con los palillos y cada una de ellas fabricaba una figura y resultó ser el Belén más bonito del mundo o al menos el Belén hecho con más cariño y empeño del mundo.
Mientras tanto, el otro grupo, hizo la misión de la mañana en el pueblo de las Berlanas. Las misioneras empezaron realizando la tarea que mejor se les da, ir por las casas evangelizando y predicando, repartiendo palabras de vida e invitando a la misa de las 12. Después de misa la plaza del pueblo comenzaba a llenarse y los niños habían empezado a llegar asique prepararon los juegos que tenían planeados para ellos: se les dividió en dos equipos y tenían que superar una serie de pruebas. ¡Al final los dos equipos empetaron! Pero como en todo día misionero, algo emocionante tenía que pasar: esta vez le tocó a Almu, que jugando a los relevos se cayó y se abrió la barbilla aunque rápido se la llevaron al hospital a poner puntos. ¡Ha sido la primera misionera que ha dado la sangre por Cristo!
A la hora de comer, el grupo de las discapacitadas se montó en el bus para ir al pueblo. Comimos todas juntas en la casa parroquial, y después tuvimos la reunión. Esta vez tocó hablar de la ALEGRÍA misionera, de cómo las comodidades nos alejan de Dios y de cómo estamos llamados a ser grandes y hacer cosas grandes porque venimos de Dios y Él es grande. “Llegamos a ser plenamente humanos cuando somos más que humanos, cuando le permitimos a Dios que nos lleve más allá de nosotros mismos para alcanzar nuestro ser más verdadero.”
Después de la reunión cada grupo se dispuso a hacer sus actividades según su itinerario. Con los niños del pueblo Jugamos al pañuelo y, por último, pero no menos importante hicimos con ellos un regalo a Dios, cada uno tenía que escribir en un papel su regalo especial a Jesús por Navidad, envolvimos los papeles y los llevamos a la Iglesia y los pusimos a los pies del niño, cantamos e hicimos oración con los niños.
Con las discapacitadas donde también cantaron y bailaron e hicieron unas maracas con latas y globos y escribieron una carta al niño Jesús. La envolvieron como un regalo, y se la entregaron después en la capilla, allí rezaron y algunas de las señoras salieron a pedir por sus propias intenciones.
Cuando los dos grupos nos despedimos tanto de los niños, de las señoras y de la gente del pueblo, nos subimos al autobús rumbo a Madrid pensando que nuestro día había terminado. Sin embargo, aún no sabíamos la noticia más importante del día. La madre Belén siempre nos tiene que sorprender con muchas emociones y, ¿cómo iba a ser de otra forma esta vez?!! Nos contó el viaje que le esperaba… ¡¡¡a Caracas se nos va la madre!!! A pesar de lo tristes que estamos todas, ¿qué mejor forma de representar a las misioneras? La madre se va a Venezuela a evangelizar, a “misionear”, porque como ella dice: ¡CONFIEMOS EN LA PROVIDENCIA! Con estas noticias nos fuimos todas a nuestras respectivas casas pero eso sí con un verdadero sentimiento de felicidad por el día tan estupendo que Dios nos había regalado y que nosotras supimos compartir, enseñando y aprendiendo a la vez.
“La vida se acrecienta dándola y se debilita en el aislamiento y la comodidad. De hecho, los que más disfrutan de la vida son los que dejan la seguridad de la orilla y se apasionan en la misión de comunicar vida a los demás.”