Después de haber ido a visitar la casa de nuestro queridísimo Patrono, san Francisco Javier, los montañeros seguíamos queriendo mucho más.
Por fin había llegado ese 4 de abril que tanto habíamos esperado: ¡tocaba irse de acampada!
El viernes, tras haber terminado un intenso día de colegio, los montañeros del Mater Salvatoris nos subimos en los autobuses que nos llevarían hasta Manjirón (Madrid) donde pasaríamos unos días increíbles junto a nuestras amigas y jefas.
Nada más llegar, dejamos el equipaje y sin perder tiempo nos pusimos a jugar. Al acabar el juego nos dirigimos al arriado, donde despedimos el día muy hambrientas y dispuestas a darlo todo en el juego nocturno que las jefas nos habían preparado. Para cerrar el día, antes de irnos a dormir, hicimos el examen de conciencia, dando gracias a Dios por el gran día que habíamos tenido y pidiéndole fuerzas para la marcha del día siguiente.
El sábado nos despertamos temprano y nada más salir del saco fuimos al izado, donde encomendamos nuestro día al Señor y a la Virgen. Después del desayuno, nos subimos en el autobús que nos llevaría hasta Rascafría donde comenzamos a caminar. Como siempre tuvimos un rato de silencio en el que las jefas nos dieron una serie de puntos para que hiciéramos un ratito de oración y pudiéramos ofrecer la marcha.
Aunque fue una marcha larga y no llegamos a coronar, nos sentíamos como si lo hubiéramos hecho. Habíamos conseguido, una vez más, superarnos y darlo todo, y con eso habíamos alcanzado nuestra cima. Alegres por haber llegado cantamos el himno y tras haber gritado más más y más nos dispusimos a comer por patrullas. Cuándo estábamos terminando de comer comenzó a llover, por lo que tuvimos que recoger rápido y ponernos en marcha. A medida que bajábamos el sol volvió a salir, lo que nos permitió tener Misa en la montaña. En medio de la Misa tuvimos un pequeño contratiempo con unos caballos y nos llevamos un gran susto, eso sirvió para despertar a alguno que entre el cansancio y el solecito que hacía se estaba quedando dormido.
Tras haber terminado la Misa, volvimos al autobús, que nos llevó de vuelta al campamento y fuimos directamente al arriado.
Con la cena, recuperamos energía para poder participar en la velada que las de 1º de Bachillerato nos habían preparado. Estaba ambientada en Disney y en las virtudes que cada personaje tenía, importantes para ser un buen montañero. A lo largo de la velada deducimos que lo más importante de todo es tener a la Virgen como guía.
El domingo nos despertamos y fuimos al izado donde hicimos el ofrecimiento de obras. Tras acabar el desayuno, tuvimos un rato de orden y terminamos nuestras maletas.
Para continuar bien el día, tuvimos oración, donde tratamos las bienaventuranzas. La Virgen María refleja todas las bienaventuranzas, por eso le pedimos “Madre que quien me mire, te vea”. Después de la oración, tuvimos taller y Misa, y un pequeño rato de descanso.
Una vez habíamos descansado, rezamos todas juntas el rosario y nos dirigimos al arriado final. En Éste, se entregaron las nuevas pañoletas e insignias y despedimos nuestras banderas por última vez hasta el campamento. Para poder recoger todos los frutos de esta acampada tuvimos reunión por patrullas, donde hablamos de nuestro Patrono, nuestro himno y nuestro lema, y nos fuimos a casa llenas de alegría y dispuestas a vivir día a día todo aquello que nuestro himno nos enseña.