Crónica Misión de enero

Ya nos hemos despedido de las navidades y estamos dando la bienvenida a una nueva etapa del curso: la de ponerse las pilas. Las misioneras también nos hemos puesto las pilas y hemos decidido que nuestra primera misión del año sea un auténtico exitazo.
 La clave para una buena misión es un buen envío misionero, esta vez hemos reflexionado sobre cómo Jesús envió a sus discípulos de dos en dos, para que nunca estuviesen solos; y de cómo les dijo que fuesen sin nada de más, porque con su Espíritu les sobraba.
 Estamos yendo a la Granja, a Segovia.

IMG-20150202-WA0027

Unas van a un centro de discapacitados y las demás se dividen entre dos residencias. Aunque estemos un poco verdes, uno nota que no es complicado sacar una sonrisa a la persona que hayamos ido a ver ese día, quieren estar con nosotras, aunque no nos cuenten nada, sólo para tener compañía un ratito.

Me gusta pensar que somos las manos visibles de María cuando entregamos un poquito de nosotras a alguien que lo necesita, como haría Ella.
 Aunque estemos en la residencia, no podemos evitar mirar lo que hay fuera: montañas y montañas de nieve que parece que nos pide que hagamos una guerra con ella. Una maravilla.
Cuando terminamos en la residencia, en la que siempre nos acogen con mucho cariño, todas sabemos algo nuevo o sentimos algo distinto respecto a las misiones. Siempre recibimos más de lo que damos.

IMG-20150202-WA0029


La guerra de nieve no se hace esperar, y antes de que llegue el bus ya tenemos nieve que se nos ha metido en los bolsillos, por la espalda, en los zapatos… La nieve siempre nos hace sonreír.

Quedamos con el resto frente a una calle que hay que subir para llegar al albergue donde comemos. Esta llena de hielo y casi nadie se libra de dar un traspié o dos.
 Comemos todas juntas, gracias a las jefas amarillas, todas tenemos un sándwich, aunque no nos hayamos traído nada. En todo amar y servir, ¡ole!.

Misioneras_ene15

La reunión va de la confianza en Dios, como la que tuvo San Francisco Javier. Es clave confiar en Él cuando nos cuestan las cosas. «Ayúdame que yo no puedo», cuántas veces por orgullo hemos dejado de pedir ayuda, un desastre, la verdad. Pero hay propósitos de mejorar, las misioneras siempre en la vanguardia, mejorando entre todas.
 Hay más guerras de bolas, y acabamos todas con las manos rojísimas de tanta nieve que hemos tirado.
¡Y venga, al autobús! Volvemos a casa después de un día fantástico.

Y ahora a confiar y a dejar que la misión continúe, que es lo que mas cuenta.

María Arenillas

1.º de Arquitectura