Crónica – Acampada Montañeros

El viernes 17 de abril, el grupo de montañeros Mater Salvatoris fue a la sierra de Madrid para compartir, un año más, la acampada antes del campamento de verano.

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Cuando llegamos a nuestro destino, parecía que iba a ser algo más aburrida que otras acampadas anteriores, porque el sitio no nos llenaba del todo. Pero a lo largo de los dos días, fue convirtiéndose en la mejor acampada de los últimos años, gracias a los jefes y a todos los montañeros.

Nada más llegar, deshicimos el equipaje y organizamos las habitaciones. Qué suerte poder dormir dos noches seguidas con un montón de amigos y además… ¡En camas! Sin necesitar las esterillas.

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Después fuimos a formar para el arriado de bandera y luego disfrutamos todos juntos de la cena que llevábamos en las mochilas. Nuestras madres nos habían puesto un montón de cosas ricas que compartimos con los jefes y con los amigos. Esto es Montañeros.

Por la noche, nos dividimos en tres grupos para hacer un juego nocturno muy divertido y que requería mucha rapidez. Cada grupo tenía una bandera y una zona a defender por medio de tres personas, mientras el resto del grupo atacaba para conseguir arrebatar las banderas a los equipos contrarios. Todos, agotados, nos fuimos a dormir porque el sábado tocaba la marcha.

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Aunque amaneció el sábado con mal tiempo, hicimos un esfuerzo para salir a correr y calentar antes de la marcha. Después de formar para el izado de bandera, fuimos a desayunar fuerte porque nos tocaba un día muy duro.

Empezamos la marcha con las montañeras pero, al cabo de un tiempo, durante el rato de oración, fuimos adelantándonos para desviarnos y coger otro recorrido hacia otro pico. El tiempo fue aguantando bastante bien. Al llegar a la cima todos gritamos el grito montañero ¡Más, más y más! , pero como se notaba bastante frío, empezamos a bajar para comer en un pueblo por el que habíamos pasado en el ascenso. Allí nos esperaban diversas actividades muy divertidas para jugar todos juntos.

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Al volver a casa, después de la Misa, cenamos tranquilos y sin prisa porque la lluvia no nos dejó hacer el arriado de bandera. Luego llegó la velada, con un juego nocturno en que el grupo de montañeros se dividía en cuatro equipos a los que se asignaba un país con veinte ciudades que eran eliminadas por los otros grupos si conseguían contestar a las preguntas que hacían los jefes.

El domingo salió con fuerza el sol. Nuevamente, hubo entrenamiento de calentamiento para la jornada deportiva e izado de bandera. Después del desayuno, disfrutamos mucho de la jornada deportiva mientras las montañeras tenían talleres.

Los equipos y los partidos de fútbol, que fueron divertidísimos, estuvieron coordinados perfectamente por los jefes. Como quedaba poco tiempo para la Misa, tuvimos que dejar de jugar para cambiarnos de ropa para la Misa. En el arriado se hizo entrega de pañoletas, de galones y de insignias. ¡A un montañero muy especial, Bosco, le dieron la pañoleta azul! Espero que siga así para poder merecer la amarilla.

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Gracias a todos los jefes y al Padre Paco, tuvimos una acampada excelente.