Tras una larga espera, y una preparación nada desdeñable, el día llegó. Ese día por el que más de un montañero ha pasado la noche desvelado. Por el que en todas las quedadas esperábamos y seguíamos tildando de lejano. Pero todo llega. Y, por fin, hoy, 3 de Julio, llegó el campamento de Montañeros del Mater Salvatoris. Tras un fuerte desayuno, empacamos la comida en la mochila, y revisamos el macuto una última vez (da igual, siempre se te olvida algo). Con una sonrisa de oreja a oreja nos plantamos en el «mater», a una hora que nos parece tarde para empezar lo que llevamos esperando todo el año. Después de rápidos reencuentros, subimos al bus, donde podremos ponernos al día sobre lo que ha pasado en las últimas semanas de clase. Paramos fugazmente para comer y que los conductores descansen, y llegamos en torno a las 16:30 a la Hermida para disponernos a montar las tiendas en las que dormirá cada patrulla (organizadas según la edad de sus integrantes), habiendo unas ocho patrullas entre mayores y pequeños; batiendo de nuevo records de asistencia.
Tras una intensa tarde, arriamos la bandera, increíble primera experiencia para algunos, momento respetable para los más veteranos. Tras una reparadora cena, tenemos la primera velada del campamento, en la que descubrimos la temática del campamento, la cual es… ¡La Reconquista! Después de la velada, en la que nos reímos con la puesta en escena de los mandos sobre la época, tenemos el examen de conciencia, y nos vamos al saco dispuestos a descansar y a prepararnos para nuestro primer día completo de campamento.