Día 3: 27 de noviembre
ORACIÓN INICIAL
Tú, Señor, encendiste en el corazón de Javier un celo ardiente por la salvación de las almas. Haz que, uniéndonos a Ti, prenda en nosotros ese mismo fuego apostólico que nos lleve a gastarnos y desgastarnos por el bien de nuestros hermanos. Por Cristo, nuestro Señor.
CARRERA UNIVERSITARIA EN PARÍS
SU ENCUENTRO CON IÑIGO DE LOYOLA
A principios de 1528 llegaba a París un estudiante ya entrado en años que cojeaba ligeramente y que no tardó en dar que hablar: era Iñigo de Loyola. En otoño se hospedó en el Colegio de Santa Bárbara para iniciar allí sus estudios de filosofía con el maestro Peña. Habitaría en el mismo aposento que Pedro Fabro y Francisco Javier.
Javier gozaba de unas cualidades humanas extraordinarias que le permitían triunfar en muchos campos de su vida juvenil: atractivo, inteligente, atleta, simpático, y con grandes aspiraciones de llegar a ser alguien importante en la Iglesia… Pero Ignacio ve en él –ya desde el comienzo- a un joven capaz de entregarlo todo por Cristo.
Javier admiraba a Iñigo, pero mantenía la distancia con él, pues no quería renunciar a sus aspiraciones. Era un joven ambicioso, ávido de fama; busca los triunfos humanos y vive para las vanidades del mundo. Llevaba un ritmo de gastos que su familia, empobrecida en esos años, no podía mantener. Iñigo le socorrió con su dinero y le buscaba alumnos para que les diera clase.
Ignacio le salía al encuentro, aguantaba sus bromas, le invitaba a ir los domingos a la Cartuja a confesar y comulgar pero… Javier se resistía todo lo posible.
Javier quería a Iñigo, disfrutaba mucho con su conversación y amistad, pero no se rendía. Era, como dijo Ignacio una vez, “la pasta más dura que le había tocado modelar”. Se le escapaba a cada intento, se evadía con alguna divertida observación. Las primeras insinuaciones abiertamente religiosas de Ignacio solo obtuvieron del joven navarro una evasiva, un chiste o un desprecio irónico: “¡Menos sermones, Ignacio, menos sermones!”. Cuántas horas de oración y cuántos sacrificios haría Ignacio para conseguir de Dios la conversión de Francisco Javier…
Petición. Padre nuestro, avemaría y gloria.
ORACIÓN FINAL
Señor Dios nuestro, Tú has querido que numerosas naciones llegaran al conocimiento de tu nombre por la predicación de san Francisco Javier; infúndenos su celo generoso por la propagación de la fe y haz que tu Iglesia encuentre su gozo en evangelizar a todos los pueblos. Por Jesucristo nuestro Señor.