Día 7: 1 de diciembre
ORACIÓN INICIAL
Tú, Señor, encendiste en el corazón de Javier un celo ardiente por la salvación de las almas. Haz que, uniéndonos a Ti, prenda en nosotros ese mismo fuego apostólico que nos lleve a gastarnos y desgastarnos por el bien de nuestros hermanos. Por Cristo, nuestro Señor.
VIAJES MISIONEROS DEL SANTO. PELIGROS Y CONFIANZA EN DIOS
El apostolado misionero de Javier se prologó por once años y medio. De estos, casi cinco los empleó en las más variadas navegaciones.
Nada había que pudiera detener su paso. En la oración y en los tiempos de reflexión trataba de buscar la voluntad de Dios. Una vez que se convencía de que el bien de las almas le pedía un nuevo horizonte, allí estaba él, Javier, decidido y enérgico: “Espántanse mucho todos mis devotos y amigos de hacer un viaje tan largo y peligroso. Las tempestades de la China son las mayores que se han visto…”.
El Padre Francisco escribe estos renglones cuando se va a embarcar para Japón. Todos sus “devotos y amigos” intentan disuadirle. Le hablan de “los ladrones del mar”; hay tantos, le dicen, “que es de espanto” y le subrayan que “son estos piratas muy crueles en dar muchos géneros de tormentos y martirios a los que prenden”… Y Javier anota por todo comentario: “Todos los otros miedos, peligros y trabajos que me dicen mis amigos, los tengo por nada”. ¿Por qué? Por una sencilla razón: “¡Ay de mí si no evangelizara!”, se dice Javier una y otra vez. Y por otra razón: Francisco de Javier tiene puesta toda su confianza en Dios. Sabe que el Señor no le defraudará ni por un instante. Escribirá: “Me determino a ir a las islas del Moro, ofrecido a todo peligro de muerte, deseando conformarme con el dicho de Cristo nuestro Redentor y Señor, que dice: Quien quiera salvar su vida, la perderá; mas quien perdiere su vida por amor de mí, la encontrará”.
Petición. Padre nuestro, avemaría y gloria.
ORACIÓN FINAL
Señor Dios nuestro, Tú has querido que numerosas naciones llegaran al conocimiento de tu nombre por la predicación de san Francisco Javier; infúndenos su celo generoso por la propagación de la fe y haz que tu Iglesia encuentre su gozo en evangelizar a todos los pueblos. Por Jesucristo nuestro Señor.