7 DIC – Novena a la Inmaculada

Oración inicial

María, Madre del sí, tú escuchaste a Jesús

y conoces el timbre de su voz

y el latido de su corazón.

Estrella de la mañana, háblanos de Él

y descríbenos tu camino

para seguirlo por la senda de la fe.

María, que en Nazaret habitaste con Jesús,

imprime en nuestra vida tus sentimientos,

tu docilidad, tu silencio que escucha y hace florecer

la Palabra en opciones de auténtica libertad.

María, háblanos de Jesús, para que el frescor

de nuestra fe brille en nuestros ojos

y caliente el corazón de aquellos

con quienes nos encontremos,

como tú hiciste al visitar a Isabel,

que en su vejez se alegró contigo

por el don de la vida.

María, Virgen del Magníficat

ayúdanos a llevar la alegría al mundo

y, como en Caná, impulsa a todos los congregantes

a hacer sólo lo que Jesús les diga.

María, Virgen Inmaculada, puerta del cielo,

ayúdanos a elevar nuestra mirada a las alturas.

Queremos ver a Jesús, hablar con él

y anunciar a todos su amor.

Cf. Oración de SS. Benedicto XVI, en Loreto

Para contemplar…

Hch 1, 12-14 «Perseveraban en la oración con María»

Para agradar a María…

Me inscribiré en la escuela de María, y hoy la imitaré en la virtud que más me atrae de Ella

Para presentar a María…

Por la paz en el mundo y por los que no saben rezar.

Para meditar…

Como los Apóstoles, juntamente con María, «subieron a la estancia superior» y allí «perseveraban en la oración, con un mismo espíritu» (Hch 1, 13-14), (…) María, la Madre del Señor, se encuentra en medio de nosotros. Hoy es ella quien orienta nuestra meditación; ella nos enseña a rezar. Es ella quien nos muestra el modo de abrir nuestra mente y nuestro corazón a la fuerza del Espíritu Santo, que viene para ser comunicado al mundo entero.

Acabamos de rezar el rosario. A través de sus ciclos de meditación, el divino Consolador quiere introducirnos en el conocimiento de Cristo, que brota de la fuente límpida del texto evangélico. María santísima, la Virgen pura y sin mancha, es para nosotros escuela de fe destinada a guiarnos y a fortalecernos en el camino que lleva al encuentro con el Creador del cielo y de la tierra. El Papa ha venido a Aparecida con gran alegría para deciros en primer lugar: «Permaneced en la escuela de María». Inspiraos en sus enseñanzas. Procurad acoger y guardar dentro del corazón las luces que ella, por mandato divino, os envía desde lo alto.

SS. Benedicto XVI, 12 de mayo de 2007