Oración inicial
María, Madre del sí, tú escuchaste a Jesús
y conoces el timbre de su voz
y el latido de su corazón.
Estrella de la mañana, háblanos de Él
y descríbenos tu camino
para seguirlo por la senda de la fe.
María, que en Nazaret habitaste con Jesús,
imprime en nuestra vida tus sentimientos,
tu docilidad, tu silencio que escucha y hace florecer
la Palabra en opciones de auténtica libertad.
María, háblanos de Jesús, para que el frescor
de nuestra fe brille en nuestros ojos
y caliente el corazón de aquellos
con quienes nos encontremos,
como tú hiciste al visitar a Isabel,
que en su vejez se alegró contigo
por el don de la vida.
María, Virgen del Magníficat
ayúdanos a llevar la alegría al mundo
y, como en Caná, impulsa a todos los congregantes
a hacer sólo lo que Jesús les diga.
María, Virgen Inmaculada, puerta del cielo,
ayúdanos a elevar nuestra mirada a las alturas.
Queremos ver a Jesús, hablar con él
y anunciar a todos su amor.
Cf. Oración de SS. Benedicto XVI, en Loreto
Para contemplar…
Hch 1, 12-14 «Perseveraban en la oración con María»
Para agradar a María…
Me inscribiré en la escuela de María, y hoy la imitaré en la virtud que más me atrae de Ella
Para presentar a María…
Por la paz en el mundo y por los que no saben rezar.
Para meditar…
Como los Apóstoles, juntamente con María, «subieron a la estancia superior» y allí «perseveraban en la oración, con un mismo espíritu» (Hch 1, 13-14), (…) María, la Madre del Señor, se encuentra en medio de nosotros. Hoy es ella quien orienta nuestra meditación; ella nos enseña a rezar. Es ella quien nos muestra el modo de abrir nuestra mente y nuestro corazón a la fuerza del Espíritu Santo, que viene para ser comunicado al mundo entero.
Acabamos de rezar el rosario. A través de sus ciclos de meditación, el divino Consolador quiere introducirnos en el conocimiento de Cristo, que brota de la fuente límpida del texto evangélico. María santísima, la Virgen pura y sin mancha, es para nosotros escuela de fe destinada a guiarnos y a fortalecernos en el camino que lleva al encuentro con el Creador del cielo y de la tierra. El Papa ha venido a Aparecida con gran alegría para deciros en primer lugar: «Permaneced en la escuela de María». Inspiraos en sus enseñanzas. Procurad acoger y guardar dentro del corazón las luces que ella, por mandato divino, os envía desde lo alto.
SS. Benedicto XVI, 12 de mayo de 2007