¡Por fin llegó el 18 de febrero! Todas esperábamos este día porque teníamos misión. Todas las misiones son muy especiales; pero, sin embargo esta era algo diferente al resto.
Por la mañana temprano, tuvimos una formación específica para jefas y subjefas. Nos reunimos con el padre José María Calderón, y comparamos ideas y experiencias acerca del significado de tener espíritu misionero, así como las implicaciones que esto conlleva.
Al finalizar la formación, asistimos a misa en el colegio, impartida por el Padre José María. Enseguida llegó la hora de comer, y todas juntas saboreamos unas pizzas mientras comentábamos lo vivido y aprendido durante la formación. Fue un momento de convivencia y diversión.
Ya por la tarde fue cuando realmente comenzó nuestra misión. Las misioneras quedamos en el colegio a las cuatro de la tarde. Lo primero que hicimos fue cargar las pilas con un envío misionero, para después, dirigirnos a las diversas residencias de ancianos y discapacitados que nos habían facilitado. Esta vez Dios quiso que la Misión se desarrollara en Madrid
Cada una de nosotras, en nuestras respectivas residencias, pasamos la tarde con los ancianos y discapacitados que allí se encontraban. Intentamos que pasaran la tarde agradable con nosotras. No sólo jugamos y dibujamos con ellos; sino que también tocamos la guitarra y cantamos; pero sobretodo permanecimos junto a ellos, acompañándoles y escuchándoles en todo aquello que nos contaron. Estuvimos con ellos para todo lo que necesitaban. Una vez nos dimos cuenta que somos meros instrumentos de Dios
Cuando terminamos volvimos al colegio; para reunirnos por equipos y dialogar sobre lo que significa “servir”, palabra que forma la segunda parte de nuestro lema.
Acabamos cansadas; pero en la despedida pudimos ver que todas nosotras estábamos llenas de energía y deseando que llegue la siguiente!!
EN TODO AMAR Y SERVIR.
Laura Gallego.