Este sábado 11 de noviembre las misioneras nos levantábamos un poco antes que los demás. Y es que… ¡Nos esperaban en Ávila! Vestidas con polo rojo y vaqueros nos reunimos en el cole para empezar el día.
Ya casi estábamos preparadas, pero nos faltaba lo más importante: llenarnos de Jesús para poder llevarle a los demás. En el envío recibíamos la llamada de Jesús que nos dice «Ven, sé mi luz». Ante esto le pedíamos, a imitación de la Madre Félix, llenarnos de Él para que, a través de nosotras, iluminara y alentara las almas que nos íbamos a encontrar.
Ahora sí estábamos listas para empezar la misión. Por la mañana nos dividimos en diferentes residencias y centros de discapacitados. Algunos hicieron un «bolsillo de propósitos» que se quedaron de recuerdo, mientras otros escucharon, con cara de admiración, a las misioneras que cantaban y bailaban. Y es que, si algo aprendemos siempre de ellos, es a valorar hasta el más pequeño y sencillo de los gestos.
Después celebramos misa y comimos al sol. Al terminar le cantamos el cumpleaños feliz a Arenillas y nos dispusimos a preparar la misión de la tarde. Para ello, cada una con su grupo, preparamos una coreografía que después enseñaríamos a los discapacitados.
El autobús nos llevó al centro Villa Santa Teresa. Una vez allí todo fueron muestras de cariño y agradecimiento que creo que nos sorprendieron mucho a todas. Fueron las discapacitadas del centro quienes con besos y abrazos nos sacaron una sonrisa. Tras un par de presentaciones y ensayos comenzó el talent show que todas esperábamos. La Macarena, la chica yeyé, bambolero… y muchos otros temazos ambientaron una tarde insuperable.
Para rematar el día dimos gracias en la capilla del centro. Entonces pudimos entender eso que nos había dicho Miki por la mañana: a la santidad se sube bajando y los últimos son los más amados por Dios. Dios estaba presente entre las discapacitadas, y nosotras, que habíamos pasado la tarde junto a ellas, habíamos notado esa Presencia.
Estoy segura de que esta misión nos ha movido un poco a todas el corazón. Solo hacía falta oír a unas y otras comentar: «Verdaderamente, ha sido una misión muy especial».
EN TODO AMAR Y SERVIR