Quizás no existe peregrinaje más ansiado para cualquier cristiano, que recorrer los espacios y remontarse en el tiempo por donde anduviera nuestro Redentor, poner espacio físico, climatología y geografía, por donde el Hijo del Hombre decidiera convertirse en la piedra angular de la civilización universal, es para todos el hito de un antes y un después de la humanidad.
Domingo de Ramos 14 abril Aeropuerto Barajas – Madrid
“Caminando por la ribera del mar de Galilea vio a dos hermanos,
… y les dice <<Venid conmigo y os haré pescadores de hombres>>
y ellos al instante, dejando las redes, le siguieron”.
Mt 4, 18-20
5 hs Madrid a oscuras, los que vivimos aquí era el momento de levantarse para llegar al aeropuerto un poco antes de las 8 hs, tal como habíamos quedado nos encontraríamos en la capilla del aeropuerto, no nos conocíamos todos, pero todos teníamos un plan establecido, bueno es lo que generalmente nos gusta pensar, aunque será Él quien nos guiará.
Nuestras Madres de La Compañía del Salvador como siempre puntuales y, además nos traían un detalle para cada uno, el Magnificat de Semana Santa y una ramita de olivo, es que sus delicadezas derriten las barreras más infranqueables, ¡cuánto que aprender! y sobre todo ¿de quién lo habrán aprendido?
Allí estuvimos 46 peregrinos, nuestros 10 ángeles de la guarda, y D. Antonio Sánchez quien concelebrara la misa con el Capellán del aeropuerto, D. Urbano Monedero.
Nos encomendamos a Ntra. Madre, nos imaginamos la sonrisa que tendría Ella al vernos a todos nerviosos, Ella que sabe lo que pasa en nuestros corazones, nos presentaría la dimensión de Su Hijo.
No sólo era un viaje a Tierra Santa, era vivir la Semana más importante de la Cristiandad en la tierra de Ntro. Señor, ¿se puede vivir algo más excelso en nuestra fe?
Lunes 15 abril, Visitando a María en Nazaret
“Al sexto mes fue enviado por Dios el ángel Gabriel
a una ciudad de Galilea, llamada Nazaret,
a una virgen desposada con un hombre llamado José,
de la casa de David; el nombre de la virgen era María”.
Lc 1, 26-27
Fue la primera impresión de nuestro grupo, estar alojados frente a la hermosa Basílica de la Anunciación, algunos tuvimos la suerte de contemplar desde nuestras habitaciones el lugar donde viviera nuestra Madre, la Madre de Ntro. Señor, donde Ella dijera: “He aquí la esclava del Señor; hágase en mí según tu palabra…” aquí fue donde empezó todo, un Dios en su infinita omnipotencia, pidiéndonos permiso a la humanidad para hacer su gran obra redentora a través de María.
La basílica construida sobre las grutas de la Anunciación es el lugar idóneo para que nuestras Madres del Mater renovaran sus Votos Perpetuos, al igual que nuestra Madre María, ellas volvían a darle el Sí a nuestro Padre Celestial, las familias presentes fuimos testigos de tan memorable momento espiritual.
Ese mismo lunes los matrimonios tuvimos también nuestro momento especial, la renovación de nuestros Votos Matrimoniales, y qué mejor sitio que la Iglesia de Caná de Galilea (Kafr Kanna), a unos 7 km al noreste de Nazaret, en el mismo sitio donde Nuestro Señor es animado por Nuestra Madre María a iniciar su vida publica, realizando la conversión del agua en vino, ese vino que luego tendrá un gran significado para la cristiandad.
Nuestras Madres del Mater no perdían detalle para entonar las canciones más adecuadas en cada situación en todos los Lugares Santos donde estuvimos, sus cantos entonados con amor generaban la atmósfera adecuada para vivir la presencia del Espíritu del Señor.
Este día también visitamos las grutas donde vivieran la Sagrada Familia y familiares cercanos, una antigua Sinagoga similar al de aquellas épocas, donde Ntro. Señor leería las Sagradas Escrituras y predicaría, la fuente donde La Virgen iría diariamente a llenar el cántaro de agua para la sagrada familia y terminar aquel día yendo a Haifa para subir al famoso Har ha’Karmel, a unos 35 km al noroeste de Nazaret, donde no sólo encontramos, oramos y cantamos a La Virgen María del Monte Carmelo, si no donde también se encuentra la gruta del profeta Elías venerado por muchas religiones, conservado por el Monasterio Carmelita de la Stella Maris.
Desde la cima de este monte triangular y de 550 mt de altura a orillas del Mediterráneo se tiene una amplia panorámica del Mare Nostrum, lugar idóneo para los faros marinos en todas las épocas.
Martes 16 abril, buscando a Jesús en Tiberiades
“…La barca se hallaba distante de la tierra,
a muchos cientos de metros,
zarandeada por las olas pues el viento era contrario.
Y a la cuarta vigilia de la noche vino Él hacia ellos,
caminando sobre el mar…”
Mt 14, 24-25
Los tres primeros días de nuestro peregrinaje contamos con la valiosa orientación de D. Antonio Fernández Carranza, sacerdote diocesano gran experto y conocedor de Tierra Santa, y profesor en la U. de San Dámaso en Madrid.
Cada día era un emotivo descubrimiento, este martes nos esperaba el famoso Mar de Galilea, 20 km en línea recta al noreste de Nazaret, cada recodo de este lago nos recuerda a Ntro. Señor, empezamos en el Tabgha, lugar donde Jesús realizó el milagro de la multiplicación de panes y peces, Él se ofrece a todos los que le siguen, en esta misma zona a unos 200 mt. está el “Mensa Christi” piedra sobre la que Ntro. Señor resucitado les preparó el almuerzo a sus Apóstoles que venían de una infructífera noche de pesca.
En este mismo lado del lago, a 2 km. en tierra firme subimos al Monte de las Bienaventuranzas, para luego bajar nuevamente a las orillas del lago y encontrarnos con Cafarnaúm, el pueblo donde viviera Jesús en casa de Pedro, las excavaciones arqueológicas permiten hacernos una clara idea de cómo era la casa octogonal de Simón bar-Jona.
Es de pensar que Jesús escoge este lago para realizar su vida pública, ya que era el lugar de vida para los de su época, aquí se daban encuentro diversas culturas, no sólo la hebrea, y quizás también porque el lago transmite laboriosidad, fecundidad, riqueza y un halo de misterio; el vergel que se aprecia alrededor de este lago podría ser una imagen del macrocosmos de la personalidad de Jesús y su misión para la humanidad.
Claro, con el lago allí a nuestros pies, cómo no subirnos a una barcaza; bordeamos el lago hasta el embarcadero de Ginosar y nos adentrarnos en sus aguas, donde Ntro. Señor tantas veces compartió con sus discípulos, desde donde predicó a las multitudes y donde también realizara tantos milagros en vida y después de resucitado.
Ese día el lago nos regala su silencio con un cielo encapotado, no siempre es así, ya que está a 200 mt. bajo el Mediterráneo, y esta hondonada hace que los vientos nos regalen paz o guerra, pero este día, quizás las canciones de nuestras Madres del Mater y la voz de la peregrina Claudia Zambrano tranquilizaba sus aguas, así como abrían delicadamente nuestras almas para colarnos la caricia del Espíritu, logrando un breve paréntesis en nuestras vidas, para preguntarnos ¿por qué yo aquí?, ¿por qué me has traído hacia aquí?, … mi vida en tus manos Señor.
Camino de vuelta a Nazaret y a 17 km del lago Tiberiades subimos al Monte Tabor, curioso monte en forma de campana que se eleva a 400 mt sobre la llanura del valle del Esdrelón, oramos en la Basílica de la Transfiguración donde Ntro. Señor hablara con Moisés y Elías, y donde el bueno de Pedro le ofrece hacer unas tiendas para los tres … ¡Ay Pedro!, cuántas veces actuamos como tú, con nuestra limitada humanidad, incapaces de entender lo que tenemos frente a nosotros.
De vuelta a Nazaret, asistimos a un rosario internacional en la Basílica de la Anunciación, cientos de peregrinos venidos de muchos sitios y cada uno en su idioma, postrados alrededor de la misteriosa gruta de piedra donde Ntra. Madre le diera el Sí nada menos que a Dios, nuestro creador.
Y aquí nos encontramos con D. Urbano Monedero junto con los voluntarios de la Hospitalidad de Jesús de Nazaret, haciendo el mismo recorrido que nosotros, pero llevando a hermanos nuestros con serias dificultades de movilidad, verlos orar a Ntra. Madre con devoción anima a rezar con ellos y también por ellos.
Ntro. Señor querría que nos volviéramos a ver en Jerusalén y también al compartir el vuelo de retorno a Madrid.
Miércoles 17 abril, “Vamos a la casa del Señor… Jerusalén…”
“… y al entrar en Jerusalén, toda la ciudad se conmovió.
<< ¿Quién es éste?>> decían.
Y la gente decía: <<Este es el profeta Jesús, de Nazaret de Galilea>>”
Mt 21, 10-11
Temprano salimos con dirección a Jerusalén, a 120 km al sur de Nazaret, a medio camino hacemos una parada en el pueblo de Nablus, para conocer el Pozo de Jacob, donde la Samaritana da de beber a Jesús.
Llegamos a la antigua Jerusalén y accedemos a pie por la puerta norte, atravesamos la Puerta de Herodes y callejeamos hasta llegar a nuestro objetivo, la Iglesia del Santo Sepulcro, compleja construcción realizada para poder albergar tanto el Monte Calvario como el Santo Sepulcro en una enorme construcción, ahora flanqueada en su exterior por dos mezquitas.
” Jerusalén, Jerusalén, la que mata a los profetas y apedrea a los que son enviados a ella …, ¡cuántas veces he querido reunir a tus hijos, como la gallina reúne sus pollitos debajo de sus alas, y no habéis querido! …” Mt 23, 37
Nuevamente momentos intensos, hacer una lenta cola para aprovechar los dos minutos que nos permiten orar ante el Santo Sepulcro y que controlan marcialmente sacerdotes ortodoxos, nuestras mentes y corazones viajan aceleradamente al encuentro de Ntro. Redentor.
“…José (de Arimatea) tomó el cuerpo, lo envolvió en una sábana limpia y lo puso en su sepulcro nuevo que había hecho excavar en la roca; luego, hizo rodar una gran piedra hasta la entrada del sepulcro y se fue.” Mt 27, 59-60
En este laberíntico y multitudinario gentío subimos unas cortas escalinatas hacia el Calvario, allí sólo podemos interpretar con nuestras manos una oquedad en la roca donde estuviera fijada La Cruz, símbolo permanente y eterno de nuestra comunicación con El Salvador.
Más tarde volvemos a la antigua ciudad, esta vez entrando por el este, por la Puerta de Los Leones o de San Esteban, para visitar las Piscinas Probáticas de Bethesda, donde Jesús realizara el milagro a un paralítico y al lado de ésta, la Iglesia bizantina de Sta. Ana, erigida sobre la casa (gruta) de Sta. Ana y San Joaquín, padres de La Virgen María.
A 200 mt. está el Monasterio de la Flagelación, donde Ntro. Señor fuera azotado y le impusieran la Cruz, para que la llevara hasta el Calvario. Aquí empieza la Vía Dolorosa, nueve estaciones hasta llegar al Santo Sepulcro donde están las seis restantes, un recorrido de 700 mt. de humillación que transitara Ntro. Señor.
Aquella noche del miércoles, nos animamos a rezar el Vía Crucis por la Vía Dolorosa, un caminar por callejuelas llena de tiendas musulmanas, hasta el Santo Sepulcro. La compañía de D. Antonio Sánchez, capellán y diocesano castrense español que ha visitado varias veces Tierra Santa, nuestro soporte espiritual y orientador perfecto para los detalles históricos, sin duda un gran apoyo en este peregrinaje de 7 días en Semana Santa.
Jueves Santo 18 abril, viviendo la Pasión de Cristo
“Anás entonces le envió atado (a Jesús) al Sumo Sacerdote Caifás.
Estaba allí Simón Pedro calentándose y le dijeron:
<< ¿No eres tú también de sus discípulos? >>
El lo negó diciendo: << No lo soy >>”
Juan 18, 24-25
Temprano nos vamos al Monte Sion a las afueras de Jerusalén Vieja, un error en la reconstrucción de la muralla deja fuera de la ciudad espacios que en la época de Jesús pertenecía a intramuros, llegamos a la Iglesia de San Pedro en Gallicantu (Canto de Gallo) donde él le negara tres veces a Jesús. Esta iglesia alberga unas cuevas que fungían de cárceles para los reos, y un zulo profundo para reos peligrosos, sin mayor acceso que un agujero superior desde donde descolgaran atado a Ntro. Señor para que pasara la noche después de haber sido apresado y llevado desde Getsemaní al Palacio de Caifás a 1,5 km por un terreno desnivelado, aún se mantienen intactas las escaleras de piedra por donde subiera Ntro. Señor para ser interrogado por Pilato.
Estar dentro de aquel zulo, hoy iluminado y limpio, nos transporta a cómo sería el ensañamiento y brutalidad que hace 2.000 años tuvieran contra un Hombre que no había cometido mayor infracción legal que anunciarnos la Buena Nueva, un Hombre indefenso brutalmente maltratado, descendido atado de pies y manos en un zulo hediondo y oscuro, para pasar aquella noche previo a un juicio arbitrario.
Muy cerca del Gallicantu está La Iglesia del Cenáculo donde Ntro. Señor celebrará su última cena, así como la Iglesia de la Dormición de la Virgen, donde nuestras Madres entonaran una preciosa canción a La Virgen María, y otro edificio cercano, la tumba del Rey David.
Desde este lado de la ladera se aprecia la hondonada y su ladera próxima donde se aprecia el Monte de los Olivos y el nuevo cementerio judío.
Volviendo a la Ciudad vieja de Jerusalén, nos acercamos al conocido Muro de las Lamentaciones, sólo se aprecian unos 60 mt. de muro en la Explanada de las Mezquitas, aunque se conservan unos 500 mt. de muro escondido entre edificaciones musulmanas, es lo que queda de lo que en siglos fuera el imponente Templo del Rey Salomón.
En esta plaza se realizan muchas ceremonias de Bar Mitzva judías, donde niños y niñas entre 12 y 13 años celebran su paso a la edad adulta, como inicio a su edad adulta de responsabilidad de sus actos.
“… Sus padres iban todos los años a Jerusalén a la fiesta de pascua. Cuando tuvo doce años, subieron ellos como de costumbre a la fiesta …” Lc 2, 41-42
Por la tarde, una caminata por las laderas enfrente de la Ciudad Vieja de Jerusalén, para visitar el Monte de los Olivos, previa visita al poblado de Betfagé donde pudimos apreciar unas tumbas tal como eran en la época del Señor, todas ellas excavadas en piedras calizas, Betfagé está muy cerca de Betania, donde Ntro. Señor tomara un asna y su pollino para entrar triunfalmente a Jerusalén, desde esta altura se puede apreciar el nuevo e indigno muro que levantado por el actual Estado de Israel para cerrar a las poblaciones de la Autoridad Palestina.
Bajando por esta ladera visitamos la Basílica del Páter Noster, donde Nuestro Señor enseñará a orar a sus discípulos, motivo por el cual esta Basílica sostiene en sus muros grandes mosaicos con el “Padre Nuestro” en 116 idiomas, en una corta caminata a través de los cementerios musulmanes, judíos y cristianos, llegamos al Santuario Dominus Flevit, desde donde se tiene una vista panorámica de Jerusalén, es aquí donde Ntro. Señor lloró al profetizar la destrucción de Jerusalén, “… Porque vendrán días sobre ti, en que tus enemigos te rodearán de empalizadas, te cercarán y te apretarán por todas partes, y te estrellarán contra el suelo a ti y a tus hijos… y no dejarán sobre ti piedra sobre piedra” LC 19, 43-44.
Muchas de las Iglesias, Basílicas y Lugares Sagrados en Israel fueron diseñados y construidos o reconstruidos bajo la dirección del arquitecto laico e italiano Antonio Barluzzi (1884 – 1960) quien consagrara su vida a este gran propósito.
Continuamos el descenso por la ladera y llegamos a la Iglesia del Sepulcro de la Virgen María, nos adentramos en la espaciosa gruta, donde yació su cuerpo inerte, fue un momento de gran recogimiento.
Finalizando la tarde y a pocos pasos nos acercamos a la Basílica de Getsemaní o de Las Naciones, edificada dentro del Huerto de los Olivos, un olivar muy bien conservado, se registran ocho olivos cuya antigüedad certificada indican que supera los 2.000 años, se trata de testigos mudos de la presencia de Ntro. Señor.
“… y sumido en agonía, insistía más en su oración. Su sudor se hizo como gotas espesas de sangre que caían en tierra” Lc 22, 44
La construcción de la Basílica fue solventada por muchos países y delante de su altar se conserva sobre el suelo el gran trozo de roca donde Ntro. Señor oró en la noche de su arresto.
Allí, en el mismo Getsemaní, tuvimos la fortuna de celebrar los oficios de Jueves Santo, de acompañar al Señor en el mismo lugar donde comenzó Su Pasión, la Pasión que nos iba a salvar a todos. Sin lugar a duda, la emoción de estar acompañando al Señor en el propio Getsemaní es algo que a ninguno de nosotros se nos podrá olvidar y algo con lo que comenzamos también nosotros a reflexionar, uno a uno, todo el sufrimiento y vejaciones por las que Jesús pasó y por las que quiso darse por nosotros.
Envueltos en este sentimiento de la Pasión también asistimos a una Hora Santa en la Basílica de Getsemaní, Hora Santa que se celebró en distintos idiomas, es la universalidad de nuestra fe. Allí peregrinos de todo el mundo acompañábamos al Señor rodeando la roca donde Jesús lloró, dónde Él conociendo el dolor por el que iba a pasar, se dejó en manos de Su Padre y confió y Su confianza sirvió para la salvación de todos nosotros.
Después de esta Hora Santa, un grupo de peregrinos, capitaneados como siempre por nuestras Madres, realizaron una caminata desde Getsemaní hasta la Iglesia de San Pedro en Gallicantu o Palacio de Caifás, caminando así sobre los mismos pasos que Jesús hizo ese mismo día de hace más de 2.000 años.
Viernes Santo 19 abril, Cristo muere por Nosotros
“… Entonces aparece Jesús,
que viene de Galilea al Jordán donde Juan,
para ser bautizado por él.
Pero Juan trataba de impedírselo diciendo:
<< Soy yo el que necesita ser bautizado por ti, ¿y tú vienes a mí? >>…”
Mt 3, 13-14
Saliendo de Jerusalén a primera hora fuimos a Betania en Al Azariyeh a una Iglesia construida sobre la casa de los hermanos Lázaro, Marta y María, muy cerca de esta está la cueva donde estuviera el cuerpo de Lázaro y del que Jesús lo resucitó.
De Jerusalén al río Jordán en la zona donde Jesús es bautizado por San Juan, dista unos 45 km aprox. sin embargo el conflicto entre judíos y palestinos hace que la ruta se alargue unos 200 km para rondar la zona, y allí nos dirigimos los peregrinos, el desierto de Judea está llena de terrazas áridas con escarpes rocosas, que en épocas de lluvia permite la vida de pequeños pastos.
Bajamos a una ladera del estrecho río Jordán, que desciende hacia el Mar Muerto, para renovar nuestro bautismo en una sencilla y emotiva ceremonia; desde el jueves nos guiaba por estas rutas D. Pedro González sacerdote franciscano y Comisario de Tierra Santa, menudo lujo.
Muy cerca de este lugar a unos 10 km está Jericó, un gran oasis en zona tan árida; en una montaña (que en realidad es la altura cero m.s.n.m., ya que Jericó, el río Jordán y el Mar Muerto está en una depresión, bajo unos 400 mt del nivel del Mediterráneo), apreciamos a lo lejos el Monasterio de las Tentaciones, donde Jesús pasó los 40 días y noches de ayuno, dentro del monasterio están unas 30 o 40 grutas donde vivían los primeros ermitaños cristianos.
Por la tarde nos acercamos al Mar Muerto para flotar en sus densas aguas cuasi-salinas (1,24 kg/litro), menuda y graciosa experiencia en un espacio de 810 km2, es alimentado por la cada vez menos fluidas aguas del río Jordán, su composición es única respecto a otros mares por ser relativamente rica en calcio, magnesio, potasio y bromo, beberlo es una experiencia muy desagradable peor que lamer un trozo de hierro oxidado y tibio.
“… Entonces (Pilato) se lo entregó (a los Sumos Sacerdotes) para que fuera crucificado… y ÉL cargando con su Cruz, salió hacia el lugar llamado Calvario…” Jn 19, 16-17
Ya de vuelta a Jerusalén paramos en Getsemaní, en la Gruta del Prendimiento, en la que fuera apresado El Señor, para celebrar allí los Oficios de Viernes Santo. De nuevo el recogimiento de vivir en el propio Jerusalén el día de Viernes Santo llegó a todos nosotros.
Por la noche volvimos a la Basílica del Santo Sepulcro para asistir al Descendimiento del Señor desde el calvario y ser llevado al Santo Sepulcro, una experiencia conmovedora y un algo angustiosa con momentos claustrofóbicos, por la gran cantidad de gente cristiana de todas las culturas que se dan encuentro para acompañar al Señor.
Sábado 20 abril, Mas tú, Belén… de ti me ha de salir aquel que ha de dominar Israel.
“… Había en la misma comarca unos pastores,
que dormían al raso y vigilaban por turno durante la noche su rebaño.
Se les presentó el Ángel del Señor,
y la gloria del Señor los envolvió en su luz;
y se llenaron de temor.”
Lc 2, 8-9
Salida temprano para visitar Belén a unos 10 km al sur de Jerusalén, primero nos acercamos a Beit Sahur en el sitio llamado el Campo de los Pastores, donde está el Santuario Gloria in Excelsis Deo con nueve capillas exteriores.
Es en una de sus grutas donde se les apareció un Ángel para darles la Buena Nueva, el Nacimiento de Nuestro Salvador, desde aquí los pastores se dirigen a Belén a unos 3 km para adorar al Mesías.
La Basílica de la Natividad construida sobre una gruta, está recién restaurada y se aprecia la belleza de la misma, en sus adornos y frescos, es un edificio compartido por los cristianos ortodoxos, armenios, católicos (Franciscanos), sirios y coptos.
Accedimos a la gruta por el lateral derecho bajo el Altar, es una gruta amplia, donde gracias a las voces corales de las Madres se logra reblandecer la rigidez del tiempo controlado por los ortodoxos, … Ave María!!!.
De vuelta a Jerusalén, paramos en Ein Kerem, en la Iglesia de la Visitación, donde La Virgen María visita a su prima Isabel, Ella recorre a pie unos 150 km desde Nazaret para visitarla, en los muros de la iglesia están empotrados grandes mosaicos con el Magníficat, en 67 idiomas.
La iglesia de la Visitación está en lo alto, desde el cual se aprecia un frondoso valle, a 1 km dista la Iglesia de San Juan Bautista, y en su interior existe una gruta vinculada a los padres del santo degollado, Zacarías e Isabel.
Por la noche nuevamente en Jerusalén asistimos a la Vigilia Pascual en la Basílica de Getsemaní, nuevamente contar con nuestra Madres del Mater a los mandos del órgano de la Basílica, provoca recogimiento y admiración hasta para los Obispos presentes, este viaje ha sido un regalo en todos los sentidos, nos sentimos muy agradecidos a las Madres, María Alguacil, Isabel Moreno de Barreda, Ana Aizpurua, Paula Martínez, Cristina Vez, Marta Tiagonce, Pilar Lorente, Cristina Parejo, Ana Zamorano e Isabel Fèjèrvary, vuestra compañía ha sido como nos lo decían la gente en el camino, la de diez angelitos.
Acabada la Vigilia y para despedirnos de Jerusalén los peregrinos más animados bajaron caminando de nuevo al Sto. Sepulcro, para asistir allí a la Celebración de la Luz.
Domingo 21 abril; ¡Cristo ha resucitado, verdaderamente ha resucitado!
“… Aquel mismo día iban dos de ellos a un pueblo llamado Emaús,
que distaba diez kilómetros de Jerusalén,
y conversaban entre sí sobre todo lo que había pasado.
Y sucedió que, mientras ellos conversaban y discutían,
el mismo Jesús se acercó y siguió con ellos…”
Lc 24, 13-14
El retorno a Madrid, temprano por la mañana nos dirigimos a celebrar Misa en la Iglesia Vaticana de Notre Dame, frente a la Puerta Nueva al noreste de la Muralla de Jerusalén antigua, desde su azotea se aprecia una excelente vista panorámica de la ciudad antigua; después de gestiones con nuestro buen y querido guía Nasser (palestino musulmán), logramos hacer una parada en Emaús.
Llegamos a Abu Gosh (aldea de las uvas) donde está edificada una Iglesia que recuerda el sitio donde los discípulos reconocen a Jesús al partir el pan, este pueblo dista del Santo Sepulcro unos 10 km a pie, por lo que coincide con lo descrito en las escrituras.
Un momento para meditar la compañía de Ntro. Señor en este peregrinaje: “… Jesús se acercó y siguió con ellos…”, así estuvimos acompañados y sobre todo, seguimos acompañados allá donde vayamos.
Llegamos a Tel Aviv y visitamos la Iglesia de San Pedro una Iglesia franciscana, es aquí donde San Pedro se hospedaba, en casa de Santiago el curtidor, donde Pedro realiza el milagro a Tabita al levantarlo de la muerte, y donde tiene la visión de bautizar a un centurión romano de nombre Cornelio y a un gentil, es el primer acto para la universalización del cristianismo, así como la visión divina que le ordena poder alimentarse de animales impuros vetados por el judaísmo.
La Iglesia está en el precioso barrio medieval de Jaffa bañado por las aguas más orientales del Mediterráneo, puerto marino desde donde zarpara el profeta Jonás y que fuera tragado por un enorme pez, pasajes bíblicos que inspiraran a Herman Melville en su monumental obra Moby Dick, con su controvertido personaje Ahab.
Las vistas a la moderna Tel Aviv, nos anuncia el final de nuestro peregrinaje, el retorno de nuestro encuentro milenario con las entrañas de nuestra fe, han pasado tres semanas y aún llevamos los residuos de polvo de los caminos de Nuestro Señor, marcados por el asombro como los discípulos de Emaús, aún sin poder entender en toda su dimensión este regalo que nos ha hecho Jesús, el Cristo, al cobijarnos en su pecho, acariciar nuestras almas y bendecirnos con una sonrisa desde su barca celestial.
“… y les dijo: << Id por todo el mundo y proclamad la Buena Nueva a toda la creación…>>”
Mc 16, 15