El magnífico día empezó a las 8:30, donde todos teníamos que estar en el autobús. La verdad que fue un gusto ver el estupendo ambiente que hay entre todos los montañeros ya que están siempre alegres y con ansias de empezar. El viaje de ida no se hizo nada pesado pues no hubo tráfico y nos pasamos todo el viaje hablando con nuestros amigos.
Cuando bajamos del autobús lo primero que hicimos todos fue reunirnos y flipar con la nieve que había en los coches. Una vez agrupados, empezamos con el calentamiento previo a la subida para no tener ninguna lesión.
Posteriormente, comenzamos a caminar y, como siempre, tuvimos nuestros 20 minutos de oración con la Virgen. Es difícil estar a veces en silencio, sobre todo para los pequeños, pero la verdad es que todos estuvimos muy concentrados en hablar con Dios. Una vez terminados esos 20 minutos, ya nos pusimos todos a hablar con nuestros amigos y a conocer gente nueva.
Mientras caminábamos, todos alucinábamos con la cantidad de nieve que había, por eso tanto jefes como niños se empezaron a tirar bolas mientras subíamos. A algunos se les fue un poco de las manos dado que se lo tomaban muy en serio. Esto era señal de que ya se iba fraguando una futura guerra. Y como en toda guerra hay heridas: nuestro valiente Juancho fue herido en la cabeza, bajó al hospital y luego, como un auténtico valiente y montañero del Mater, subió más tarde a donde estábamos para tener con nosotros la RxP y bajar.
Después del pequeño accidente seguimos caminando con nuestros compañeros. Cada vez se iba notando más el frío y la capa de nieve aumentaba por momentos, por eso paramos en una explanada a hacer un descanso. En este momento tuvo lugar lo que fue una batalla de nieve campal digna de un montañero, donde no hubo cuartel y nos dimos bolazos entre todos: montañeros mayores, pequeños, del Stella y jefes.
Subiendo, el frío era cada vez más intenso y esto causó que algunos montañeros tuvieran que ir un poco más lentos, pero como eran tan valientes siguieron andando a pesar de las dificultades. Una vez que llegamos a la que ese día fue nuestra cima, los jefes decidieron volver a la explanada donde habíamos hecho la guerra. Cuando ya estábamos ahí tuvimos unos minutos de silencio para poder contemplar todo lo que nos regala Dios a través de la naturaleza.
Y ya por fin el momento que todos estábamos esperando: ¡comer! La verdad es que todos estábamos muy hambrientos y madre mía que si estábamos hambrientos, porque en cuestión de segundos no quedaba nada de comida. En ese rato también aprovechamos para hablar con los jefes de un montón de cosas
Nada más acabar de comer tuvimos nuestra reunión por patrullas, que en los mayores iba acerca del perdón y la verdad que nos cundió bastante. Como no pudimos acabarla seguiremos con ella en la próxima excursión. Ya cuando íbamos a bajar tuvimos un imprevisto y es que las chicas nos atacaron con la nieve y nosotros respondimos bastante bien. Terminada esta guerrilla ya nos pusimos a bajar rezando el rosario.
Nada más llegar abajo no pudimos resistirnos a tirar alguna bola de nieve más, en este momento hasta el Padre Luis se animó. Nos montamos en el bus y pusimos rumbo al Colegio. Al llegar ahí nos cambiamos de ropa ya que algunos teníamos los pies congelados. Después de cambiarnos algunos nos pusimos a jugar al fútbol y los más pequeños estuvieron haciendo juegos.
Por último, tuvimos junto con el resto del grupo, el momento más importante del día, la misa. Ahí pudimos dar las gracias a la Virgen del magnífico día que tuvimos.
Javier Escribano