“Entonces le prendieron, se lo llevaron y le hicieron entrar en la casa del Sumo Sacerdote; Pedro le iba siguiendo de lejos. Habían encendido una hoguera en medio del patio y estaban sentados alrededor; Pedro se sentó entre ellos. Una criada, al verle sentado junto a la lumbre, se le quedó mirando y dijo: «Este también estaba con él.» Pero él lo negó: «¡Mujer, no le conozco!» Poco después, otro, viéndole, dijo: «Tú también eres uno de ellos.» Pedro dijo: «Hombre, no lo soy!» Pasada como una hora, otro aseguraba: «Cierto que éste también estaba con él, pues además es galileo.» Le dijo Pedro: «¡Hombre, no sé de qué hablas!» Y en aquel momento, Estando aún hablando, cantó un gallo, y el Señor se volvió y miró a Pedro, y recordó Pedro las palabras del Señor, cuando le dijo: «Antes que cante hoy el gallo, me habrás negado tres veces.» Y, saliendo fuera, rompió a llorar amargamente” (Lc 22,55-62).
Pedro es entrañable, muy simpático, campechano y espontáneo, con algunos rasgos coléricos y se deja llevar de sus sentimientos. Es honesto, de buen corazón y quiere a Jesús, aunque a veces porfía con Él (Jn 13, 6). Es amigo fiel, fanfarrón y a veces sorprende con sus respuestas brillantes y fantásticas (Jn 6,67 y Mt 16,21). Su pensamiento es como el de todos los apóstoles: Jesús es un gran profeta ante Dios y los hombres y su mesianismo ha de ser terreno, no de humildad y pobreza. Mete a menudo la pata y el Señor le tiene que reprender (Mt 26,51; Jn 21,20-22). Pero lo más impresionante de Pedro, donde se muestra el cariño que profesa al Señor es en las negaciones. Pedro va detrás de Jesús, le sigue y entra en el patio de la casa del sumo sacerdote Caifás, a donde han llevado al Señor. Pedro observa desde el patio todo lo que sucede arriba…
*Las negaciones de Pedro suponen una terrible traición del primero de los apóstoles. Por otro lado, muestran el amor fiel y leal del Señor que conoce la debilidad de Pedro, y, por otro lado, las negaciones tienen tres aspectos que nos ayudan a conocer la gravedad de esta traición.
La 1ª negación es de gran dureza, supone el rechazo de Cristo, negar que ha tenido trato con Él, por eso la expresa de esa manera tan dura: «¡Mujer, no le conozco!». Es verdad que el miedo además de paralizarle, le pone en guardia y dice lo primero que cree le puede defender. «¡Mujer, no le conozco!»…
**En la 2ª negación, como consecuencia lógica de la 1ª, la lógica del miedo y de la autodefensa, niega a sus hermanos, los que van con Jesús: «Tú también eres uno de ellos.» Pedro dijo: «Hombre, no lo soy!». Y en la 3ª negación, la más terrible de todas, se niega a sí mismo, al negar su trato con Jesús: «Cierto que éste también estaba con él, pues además es galileo». Le dijo Pedro: «¡Hombre, no sé de qué hablas!».
***Al punto canta el gallo y en ese momento Jesús levanta sus ojos y mira a Pedro. La mirada del Señor, qué diferente de la mía. La mía le hubiera dicho, ves Pedro, ya te lo había anunciado…