En aquel tiempo, dijo Jesús: «En verdad, en verdad os digo: el que no entra por la puerta en el aprisco de las ovejas, sino que salta por otra parte, ese es ladrón y bandido; pero el que entra por la puerta es pastor de las ovejas. A este le abre el guarda y las ovejas atienden a su voz, y él va llamando por el nombre a sus ovejas y las saca fuera. Cuando ha sacado todas las suyas camina delante de ellas, y las ovejas lo siguen, porque conocen su voz; a un extraño no lo seguirán, sino que huirán de él, porque no conocen la voz de los extraños». Jesús les puso esta comparación, pero ellos no entendieron de qué les hablaba. Por eso añadió Jesús: «En verdad, en verdad os digo: yo soy la puerta de las ovejas. Todos los que han venido antes de mí son ladrones y bandidos; pero las ovejas no los escucharon. Yo soy la puerta: quien entre por mí se salvará y podrá entrar y salir, y encontrará pastos. El ladrón no entra sino para robar y matar y hacer estragos; yo he venido para que tengan vida y la tengan abundante».
COMPOSICIÓN DE LUGAR
Jesús advirtiendo a los fariseos. Imaginar la figura de Cristo, buen, noble, pastor. Puede ayudar acercarse a la figura del Pastor de la mano de María.
PETICIÓN
“El Señor es mi pastor, nada me falta” (salmo 23).
* Estamos ante el comienzo del discurso de Jesús sobre el Buen Pastor. Es un tema con muchas reminiscencias veterotestamentarias. Dios es el Pastor de Israel. Moisés y David fueron pastores. Un texto, de los muchos, que nos puede iluminar para mejor comprender y rezar es éste del profeta Ezequiel, frente a los pastores egoístas de su tiempo: “Sacaré a mis ovejas de en medio de los pueblos, las reuniré de entre las naciones, las llevaré a su tierra… Yo mismo apacentaré mis ovejas y las haré reposar…Buscaré a la oveja perdida, recogeré a la descarriada, vendaré a las heridas; fortaleceré a la enferma; pero a la que está fuerte y robusta la guardaré” (Ez 34,13.15-16). Aplicado a nosotros, Cristo es el Buen Pastor y las ovejas somos nosotros, la Iglesia. Comienza el texto con una parábola cuya clave es la puerta del aprisco. Jesús explica la diferencia entre el que entra y el que no entra por la puerta del aprisco, sino que salta por otra parte. Éste es ladrón y bandido y, sin embargo, aquél es pastor de las ovejas. ¡Señor, enséñame a no ser ladrón y bandido, sino pastor de las ovejas que has puesto a mi cargo!
** Las características del Pastor, en esta parábola, son: conocimiento personal de las ovejas, las llama una por una, por su nombre. Las ovejas atienden a su voz. El Buen Pastor, cuando ha sacado todas fuera camina delante de ellas y las ovejas lo siguen, porque conocen su voz. Es impresionante un pastor así. Conoce personalmente a cada una, llevémoslo a nosotros, me conoce personalmente porque le pertenezco. Ahora bien es un pertenecer porque mutuamente nos conocemos. En realidad es una aceptación mutua fundada en el amor. Para el ladrón, las ovejas son cosas. Para el verdadero Pastor, nosotros, somos libres y estamos hechos para la verdad y el amor. El verdadero Pastor, siempre camina por delante, nos va guiando para alimentarnos.
¡Jesús, verdadero y buen Pastor, me conoces, me llamas por mi nombre, me invitas a caminar contigo! En la vida me encuentro de todo, no permitas que me separe de ti.
*** El punto de inflexión es cuando “ellos no entendieron de qué les hablaba”. Por eso Jesús va explicar el sentido de la parábola. El fallo de los fariseos no consiste en un problema de orden intelectual; se trata de una negativa deliberada a aceptar el desafío que entraña la parábola y que se centra en torno a Jesús. “Yo soy la puerta de las ovejas. Todos los que han venido antes de mí son ladrones y bandidos; pero las ovejas no los escucharon”. Impresiona Jesús diciendo esto a los fariseos, Él es la puerta por donde deben pasar los pastores que guían al pueblo y, la verdad es que los fariseos, los sumos sacerdotes y la clase sacerdotal estaban contaminados por las luchas políticas de la época, desatendiendo la labor pastoral. Es un aviso para nosotros, que no perdamos de vista lo esencial. ¡Señor, que no me deje llevar por lo que no es decisivo! Es tan fácil despistarse y muchas veces bajo capa de bien.
“Yo soy la puerta: quien entre por mí se salvará y podrá entrar y salir, y encontrará pastos. El ladrón no entra sino para robar y matar y hacer estragos; yo he venido para que tengan vida y la tengan abundante”. En esta segunda explicación, Jesús se presenta como puerta de salvación, no para el pastor, sino para las ovejas. Hay que atravesar la puerta, Jesús, para salvarse. Es decir, la puerta de acceso al Reino de Dios es Jesús. Por eso unidos a Jesús, en Jesús, en el pastor verdadero encontraremos el pasto de la vida. ¡Señor, quiero acercarme a Ti, atravesar la puerta para vivir! La vida aquí tiene dos matices, en primer lugar, es en oposición a lo que hace el ladrón, que entra para robar y matar, Jesús, ha venido para que tengan vida. Y, en segundo lugar, vida en abundancia. No cabe duda de que está hablando de la vida eterna, la nueva vida que nos trae con su muerte y resurrección.
¡Señor, quiero tener vida y vida en abundancia! Buen Pastor, guíame a los pastos que dan vida, a los sacramentos.