Acampada en Piedralaves

Los montañeros nos volvimos a reunir una vez más para la tan esperada acampada. Las montañeras mayores nos fuimos a Piedralaves, Ávila.
El viernes al llegar tuvimos Misa y por la noche un juego en el que nos mezclamos para comenzar a conocernos y unirnos más entre nosotras.
El sábado fue día de marcha, en la que nos encontramos con que la principal dificultad del día fue el frio. Pero no nos impidió disfrutar del día como regalo del Señor, en compañía de las demás y tener Misa a la bajada.

Esa noche hicimos las veladas que habíamos estado preparando durante la tarde con ilusión. Iban de acuerdo con la temática de la acampada, las olimpiadas. Cada patrulla representó a un deportista y la virtud en la que destacan y de la que nos dan ejemplo. Algunas de ellas fueron la entrega, reflejada en Saúl Craviotto y la fortaleza en Rafael Nadal.
Por la noche antes de la cena, tuvimos una Hora Santa en la que el Padre Isidro fue dando puntos claves que resumían todo lo que nos había ido diciendo durante los días previos.

Al día siguiente, las jefas nos sorprendieron con el gran juego que consistía en hacer distintos tipos de pruebas. Como por ejemplo el juego de las sillas, preguntas de cultura montañera y deportes como baloncesto o el típico balón prisionero.


Por la tarde tuvimos el taller, en el que aprendimos a hacer una bolsita de tela para guardar nuestro cuaderno de oración.
Pusimos un broche de oro a la Acampada con el Arriado final, en el que la Virgen entregó además de las insignias, una pañoleta azul para cuidar a sus niñas y una roja.
Por último en el autobús de vuelta, tuvimos el momento de testimonios en el que algunas de las niñas nos contaron las viviencias que más las han marcado en este fin de semana. Lo que nos ayudó a ver desde distintos puntos de vista la misma experiencia y a valorar algo que a lo mejor no le habíamos dado la suficiente atención.


Al llegar al colegio, nos dimos cuenta de que en la acampada poco a poco y contando con los ratos de oración, la Virgen nos había ido preparando el corazón para vivir santamente la Semana Santa, acogiendo la cruz de nuestro día a día, sin dejar ni un momento solo a Jesús.

Pau Baltés