Esta misión, como siempre, fue muy especial; se notaba que éramos instrumentos de Dios y al son de la guitarra, las personas a las que fuimos a visitar, fueron uniéndose a nuestros cantos, populares de España, y sin dejar de lado las canciones a nuestra Madre la Virgen.
Después subimos a la ermita de Nuestra Señora de los Ángeles donde el padre Francisco nos dio una maravillosa misa, con una homilía sin desperdicio; pero, por supuesto, no podíamos irnos de El Cerro sin subir al Monumento y desde allí, junto con el maravilloso atardecer que caía al horizonte, nos consagramos al corazón de Jesús para que reinara no sólo en España sino también en cada una de las misioneras. Le cantamos nuestro himno, ofreciéndole a Jesús y a la Virgen todo el trabajo y esfuerzo del día.
Regresamos al Mater, cansadas pero con ánimo y llenas de paz después de haber tenido un día estupendo. Empezamos con muy buen pie este año, estando listas para la próxima misión.
EN TODO AMAR Y SERVIR